80 años de vida,… 80 años de desafíos

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SOBRE ESTE LIBRO

En esta corta autobiografía un hombre sencillo, que apenas sabe escribir y al que el destino a menudo no le estaba bien dispuesto, describe cómo gracias a su actitud frente a la vida y su fe en Dios consiguió superar las pruebas a las que se tuvo que enfrentar y cómo encajó los palos que la vida le dio; todo ello sin olvidarse de los suyos ni de sí mismo, aunque ocuparse de los suyos era lo que primaba casi siempre.

SOBRE EL AUTOR

Georg Wolfgang Klein, nacido en Hainstadt (Hessen) el 1 de septiembre de 1934, es un hombre sencillo que durante toda su vida no hizo más que trabajar y cuidar de los suyos, que apenas sabe escribir, pero sentía la necesidad de dejar un recuerdo a su familia y sus amigos: este libro.

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COMENTARIOS SOBRE ESTE LIBRO

  • “Una historia entrañable y entretenida, y un ejemplo que, sin duda, a otros les gustaría seguir”

  • “Tengo que admitir que soy familiar del autor, pero aun así creo que mi criterio vale también. Parece mentira que un hombre que apenas sabe escribir, con solo un poco de ayuda se su hijo haya conseguido crear este libro. Espero que más personas como él sigan su ejemplo, y se atrevan a lanzar a la aventura de dejar su legado para los suyos de esta forma.”

  • “El tiempo pasa volando al seguirle a Wolfgang y su esposa Rosi en su viaje en Estados Unidos y su larga vida con sus altibajos.”

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Prefacio de André W. Klein

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Mi padre no es un hombre locuaz, por tanto me sorprendió cuando me dijo que quería escribir la historia de su vida. Quería publicar el libro, no para venderlo, sino para regalárselo a sus familiares y amigos como recuerdo. Lo que hacía el asunto aún más increíble es que apenas sabe escribir bien. En toda su vida adulta, los últimos 66 años, habrá escrito en total unas diez páginas -errores gramaticales y ortográficos incluidos-. No es analfabeto, sabe leer y escribir relativamente bien, pero al ser un niño de la Segunda Guerra Mundial apenas aprendió a escribir.

Hace unos años enseñé a mi padre a manejarse un poco con el ordenador: juegos (jugamos todos los viernes una partida de ajedrez en línea), navegación de sitios web, correo electrónico, etc. Este proceso es lento, pero aprende pacientemente y se enfrenta con serenidad a su empinada curva de aprendizaje: a la constante necesidad de repetición de aquello que ya ha aprendido varias veces, pero que necesita repetir, y aguanta estoicamente mis pequeños y grandes ataques de ira cuando se me acaba la paciencia.

Para escribir una corta frase con el teclado tarda varios minutos, por lo que siempre es muy, muy, muy escueto, independientemente de si escribe en alemán o inglés; esto último porque sus amigos, conocidos y su esposa aquí en España no entienden alemán.

Por esta razón, hace poco le enseñé a usar el traductor de Google, para así poder traducir todo del alemán, inglés o español y viceversa. Durante este proceso también aprendió a utilizar el micrófono, para poder dictar el texto y así copiarlo directamente del traductor de Google a sus correos electrónicos….

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…El primer obstáculo era su articulación poco clara; masculla las palabras para el cuello de su camisa, además, con su dialecto de Hessen, era imposible que el traductor de Google le entendiera. Gracias a su interminable constancia y paciencia también aquí hizo buenos progresos, especialmente porque tenía una meta muy clara delante de sus ojos: escribir su historia.

De esta manera escribió, primero palabra por palabra y después varias palabras a la vez, las aproximadamente 12800 palabras que forman su historia. Yo me he limitado a corregir el texto, intentando mantener su estilo y, luego, lo he mandado a un corrector, ya que mi gramática alemana tampoco es la mejor (sobre todo, me traen de cabeza la utilización de comas), y siempre es mejor que lo revise alguien más. Por último, lo he auto-publicado en su nombre en Amazon CreateSpace como libro de bolsillo y en formato Kindle.

Como os contará mi padre más tarde, en 2014 hicimos juntos el camino de Santiago, desde León hasta Santiago de Compostela. Yo tenía pensado publicar un libro sobre nuestro viaje y, a pesar de tener el esqueleto de la historia terminado, siempre encontraba excusas para dejarlo para otro momento. Después de este impresionante esfuerzo de mi padre creo que ya no hay excusas que justifiquen que lo posponga. Espero poder seguir su ejemplo, como tantas otras veces, en las que me ha servido de ejemplo a seguir; y así poder darle a él también un recuerdo de nuestra experiencia en el camino de Santiago.

Con amor y admiración,

André Klein (Hijo de Georg Wolfgang Klein)

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